domingo, 8 de agosto de 2010

Lectura de Kandinsky


El color vale y tiene razón de ser según la luz que lo ilumine. Si observamos un objeto, el color que vemos depende de las propiedades del material, el tipo de luz que lo ilumina y las características de la visual individual del observador.

Al percibir el color entran en juego nuestras propias vivencias y sensaciones, inclusive evocaciones.

Vassily Kandinsky dice que la forma misma, aunque sea abstracta o geométrica, tiene sonoridad interna, y siempre la forma contiene al color.

Vale decir que si pensamos en un color no lo vemos por el color mismo, sino que debe estar dentro de una forma. Cada matiz, cada color, genera más imágenes.

Esto va directamente relacionado con cada persona, dependiendo de su individualidad, edad, sexo, estado emotivo, personalidad, experiencia. Esto determinará la individualidad de la forma con respecto a la individualidad del color, ambos en interconexión expresiva.

Reflexionemos acerca del color en la pintura, en un cuadro, el color, los acentos que profundizan lo más importante, marcando distintas funciones como:

Informar la presencia de ese objeto en el cuadro. Se lo puede ver vibrar o pasar desapercibido según el color utilizad.

Puede ser un color poco iluminado o más iluminado, dando así una función estética, especialmente en la pintura figurativa

Como el color es portador de significaciones nos provoca emoción, o sensaciones diversas dentro de su ubicación correcta en el plano.

El plano de color, sin objeto, como zona de descanso, hace que la visual del observador descanse, sea cual fuere el color utilizado.

El color es un medio para expresar y construir ideas a través de las imágenes.

Según el orden que se utilice, basándonos en las distintas proporciones del color y las combinaciones del mismo, el creativo elige de alguna manera la combinación, impacto, estrategia, según lo que desee transmitir.

El camino ideal es ir de lo intuitivo a lo conceptual, a través de la investigación, descubrimientos y teorizaciones, no sólo generales sino individuales.

Por ejemplo, al realizar un paisaje, el color es el protagonista del espacio, la atmósfera. En determinado paisaje, el espacio exterior está definido por el color

como sensación de luz. También las formas y los movimientos horizontales oblicuos de lectura evitan la rigidez de la visual.

Existen en el paisaje elementos que constituyen la materia a elaborar: el agua, el verde, la tierra, el cielo, las nubes.

La configuración geométrica, las formas arquitectónicas, si las hubiese, los colores y texturas, el modo de composición, de asociación y de interacción de esas formas y colores que constituyen el cuadro. Las impresiones o expresiones afectivo-emotivas que acompañan a las estructuras del dibujo y del color.

De todas estas interacciones o simbolismos en la ejecución de un paisaje, se producen sensaciones diversas en el espectador, en cuanto al color elegido, en cuanto a la atmósfera, a la textura y a la luz. Cada una de ellas logra exaltar la calidad y cualidad de todos los elementos ubicados en la composición.

Los elementos y los espacios muestran materia, grafismos y colores, texturas, luces, sombras, aguadas, transparencias que en sí mismas concretan el espacio expresando diferentes ideas, sus significados y su resolución para comunicar a los demás lo propuesto.

En la pintura se estudia la estética del color, las leyes del color, la articulación de los colores entre sí, los colores que se contraponen o los que yuxtapuestos vibran más.

Se debería dar más importancia y estudiar más la comunicación visual, el pensamiento visual, como pauta sensitiva y emocional, para obtener mejor comunicación en cuanto a la expresión visual.

En arquitectura, y especialmente en el armado de muestras o de museos, se da por sentado que el que monta la muestra sabe que algunas obras, según su exhibición, deben apoyarse sobre materiales o soportes de color pastel, o destacar la pieza de acuerdo a una valoración interna del color o luz externa. Nunca el color de las paredes del museo debe ser más notorio que la pieza a mostrar.

También es necesario saber qué obra ver al lado de cual. De acuerdo a como están colgadas, una puede “comer” la visual de la otra. Se debe tener en cuenta que los tamaños y colores no deben ser uniformes para evitar que el ojo se canse de la monótona continuidad. Inclusive, al ubicar las obras para exponer, una puede ser apaisada y otra a lo largo, para dar variedad visual.

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